Dios no está participando en la muerte prematura de nadie, ni tampoco determina quién es salvo y quien se pierde.
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Soberanía
Dios no está participando en la muerte prematura de nadie, ni tampoco determina quién es salvo y quien se pierde.
Mucha de nuestra teología moderna cristiana se basa en conclusiones erróneas acerca de la naturaleza de Dios, de la naturaleza del hombre y del propósito del hombre en la tierra.
No tendría sentido para Dios enviarnos al mundo a predicar el Evangelio (las buenas nuevas) a todos los hombres si al mismo tiempo Él los destruye mediante tragedias y desastres.
Dios no es el autor del mal. La desobediencia de Israel a Dios liberó el juicio del pacto antiguo. ¡Gracias a Dios que tenemos un mejor pacto establecido sobre mejores promesas!
La presciencia de Dios no es lo mismo que la predestinación. El hecho de que Dios ya sepa quiénes son los que elegirán creer en Él, no significa que esa elección esté predestinada.
Aquellos que creyeron en Hechos 13:48 tenían sus corazones dispuestos y en orden para poder creer. Los otros rechazaron el mensaje del Evangelio o todavía no se ‘ordenaron’ en sus corazones. Dios no ‘pre-ordena’ quien va a ser salvo, pero cualquiera que oiga la Palabra y esté agradecido, se ha ‘dispuesto’ y ‘ordenado’ a sí mismo mediante su fe.
La soberanía de Dios significa que Dios, no el hombre, es el responsable de crear y sostener todas las cosas, y que Dios tuvo el privilegio de establecer las leyes y los límites de Su creación.
El propósito de Dios es tener compañerismo con seres como Él, creados a Su imagen, que lo amaran y le sirvieran desde su propio deseo y libre albedrío.