Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortaleza. (2 Co. 10:4)
Estamos en guerra. Habrán días en que sentiremos que estamos lejos de la línea de batalla y que todo es paz. Sin embargo, se está librando una batalla y se están tomando prisioneros. El mundo está conformando a los cristianos a su imagen, reprogramándolos para tener pensamientos del mundo y aceptar sus directivas para vivir. Algunos cristianos se están rindiendo a las filosofías del mundo y renuncian a creer en la Palabra de Dios. Se han convertido en prisioneros de guerra.
Pero esta guerra no está en la carne y nuestras armas no son carnales. Nuestras armas son, de hecho, las que se enumeran en Efesios 6 como la "armadura de Dios": la revelación de la verdad, la justicia, el Evangelio, la fe, la salvación, el Espíritu y la oración. Estas armas son poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. ¡Podemos ganar la lucha! Pero… ¿qué es una fortaleza?
Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. (2 Co. 10:5).
Pablo nos dice exactamente lo que es una fortaleza. Se trata de un "argumento" y una "altivez" (barrera) que se levanta contra el conocimiento de Dios. ¡Es un pensamiento! Una fortaleza es un sistema de creencias que se ha edificado en la mente de una persona que va en contra de la verdad de Dios y su Palabra. Las fortalezas incluyen costumbres culturales, falsas religiones, ataduras del pecado, filosofías de los hombres, argumentos políticos, afirmaciones científicas y todo aquello que niega o ignora la realidad de Dios y su verdad.
Estas fortalezas representan el campo de batalla para la vida del creyente. Mientras permanezcan no habrá victoria. Sin embargo, ¡las armas de nuestra milicia no son carnales! La revelación de la verdad que nos hace libres, el hecho de que somos la justicia de Dios en Cristo, el poder del Evangelio para la salvación, la fe que puede mover montañas, nuestra salvación y la reconciliación con Dios, el Espíritu Santo que vive en nosotros y nos unge y las diversas clases de oración son más que suficientes para derribar cada fortaleza que se levanta contra Dios. ¡Estamos bien equipados para ganar esta guerra! ¿Quieres ganar? Se está librando una batalla por la posesión de tu mente. ¿Quién está ganando?