"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos". (Lucas 4:18)
Jesús se preocupa por cada aspecto de su vida, espíritu, alma y cuerpo.
Vivimos en un mundo roto, caído. No fuimos creados para ser sometidos a la embestida continua del mal, el dolor y la pérdida. Cómo hacer frente a los retos mentales, emocionales y físicos juega un papel importante en nuestra salud física y la sanidad a través del tiempo. La culpa, el dolor, la depresión, el estrés, el miedo y las relaciones rotas pueden oprimirnos hasta el punto de colapso mental, emocional y físico.
Muchas enfermedades están relacionadas con el estrés. Accidentes, desastres naturales, la guerra, el abuso y la violencia pueden abrumar a nuestros sentidos hasta el punto de que nuestros cuerpos se descompongan y las enfermedades echen raíces.
Alabado sea Dios que la unción del Señor dentro de nosotros fue diseñada para traer liberación a los cautivos, sanar nuestros corazones rotos y liberar a aquellos que están lastimados en sus almas.
"De cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna, y... ha pasado de muerte a vida." (Juan 5:24)
Deja que la palabra de Dios sea tu fuente de vida. Es posible pasar de la corrupción de este mundo al gozo del Señor, si así lo deseas. El vino a vendar a tu corazón roto, te hará libre y sanará tu cuerpo. Muchas veces una sanidad emocional puede liberar una sanidad física.
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13)
Él te llene de todo gozo y paz a través del creer.
En lugar de creer a las noticias, a tus miedos y tus dudas, comienza a creer la Palabra de Dios y deja que se cure desde el interior hacia afuera.